La difícil tarea de dibujar un mapa que nos brinde en una visión de conjunto (no es otro el cometido de un buen mapa) los principales elementos del pensamiento de George Mead en sus mutuas relaciones de correspondencia la ha cumplido el Dr. Murphy en su Introducción. De poca o nula ayuda serviría al lector el hecho de que volvamos a pisar esa senda que ya ha transitado junto a él. Hay, no obstante, un rasgo en la mente de Mead cuyo reconocimiento puede proteger al lector de algunos de los escollos con los que es probable topar cuando se trata con un pensador original.
Siendo, como era, un pensador original, Mead no se sentía como tal. O si vivía con ese sentimiento, se lo tenía bien guardado. En vez de presentar como novedades los problemas de los que se ocupaba su mente (donde siempre aparecían estrictamente como problemas), optaba por vincularlos con ideas y movimientos ya bien asentados. Un excelente ejemplo de ese rasgo de su carácter lo encontramos en la propia teoría pragmática del conocimiento a la que el profesor Murphy se refiere. No parecía Mead consciente del modo y la medida en que su personal concepción era una contribución nueva, en cuanto a la propia índole de la misma y a su alcance; prefería tratarla como si fuera un desarrollo natural cuya enunciación presentaba, todo lo más, algún cambio de énfasis.
Tabla de Contenido:
- I. El presente como el lugar de la realidad
- II. La emergencia y la identidad
- III. La naturaleza social del presente
- IV. Las implicaciones del sí-mismo
- Ensayos suplementarios
- I. Realismo empírico
- II. La cosa física
- III. Los objetos científicos y la experiencia
- IV. La realidad objetiva de las perspectivas
- V. La génesis del sí-mismo y el control social.
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